Oí tu nombre en una sala donde el verde brillaba y el ruido no existía.
Nada más escucharlo soñé con hermosos romances, parajes idílicos.
Pero el poder de la palabra me hizo caer en tus letras.
Esa Y no era ornamental.
Esa Y, que portas majestuosa, revela tus turbias intenciones.
Ay, amiga Lyrica que poco hace que nos conoc...
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