Mis abuelos, por decisión propia, decidieron irse a vivir al campo. Y digo campo, y no pueblo, porque donde ellos vivieron los 50 últimos años de su vida ni siquiera es un pueblo. Allí fueron muy felices viviendo la vida como ellos escogieron: sin prisas, ni ruidos, ni casi gente, salvo los fines de semana que íbamos todos. Y ...
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