Empiezo diciendo que a mí me nunca me han gustado las calaveras, es más, recuerdo aquel esqueleto que había en mi clase y que nunca me atreví a tocar. Realmente nunca había reparado en ellas, ni cuenta les había echado hasta que una de mis hijas, Alicia, que siempre me sorprende con algo especial, con diseños y colores que sólo que s�...
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