El ajetreo diario, las diferencias de opinión, la necesidad de llamar la atención o, simplemente, el hecho de no tener un buen día son solo algunos ejemplos de cuando nuestras emociones no nos permiten realizar una buena gestión de los conflictos con nuestros hijos. Al fin y al cabo, tanto ellos como nosotros debemos conocer y reconocer n...
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