Todo iba bien hasta que nació nuestro primer hijo. Ahí empezamos a discutir por todo, ya no había apenas momentos buenos, de cariño. Sólo hablábamos del día a día, nada de conversaciones de adultos.Luego vino el segundo y la cosa empeoró. Al final casi ni hablábamos, y cuando lo hacíamos, era para avisar que había que comprar pan....
Si te gusto esta noticia puede que te interesen estas..