El viernes a mediodía paré en la gasolinera de mi pueblo y tuve que hacer un poco de cola para pagar. Las dos personas que iban por delante de mí eran hombres, el primero, de Europa del Este, por su marcado acento al hablar, rondaría los cuarenta y tantos; el segundo, un chico más joven que yo, tendría menos de treinta...
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